La carta

Siempre supe que lo harías. Bueno, en realidad al principio fue un temor, pero más adelante el miedo fue echando raíces en mí y comencé a tener ese horrible convencimiento. 
¿Por qué no hice nada? Quién sabe, cuando pude no quise y al final lo acepté y ni pude ni quise. 
Mi único deseo es que esperaras el tiempo que yo necesitaba para dejar de ser necesitada. No sé si lo harás así. Si lo habrás hecho. Cada noche temía que fuera la última. Cada amanecer, mi pensamiento era "otro día más". 
Bueno, si alguien está leyendo esta carta, es que ocurrió. Que lo hiciste. Que lo has hecho. Espero que no sea demasiado doloroso para mí ni eternamente doloroso para nadie. 

Nuria

Teresa sale de comisaría envuelta en lágrimas. Prometió a Nuria que jamás abriría la carta que le confiaba, a menos que le ocurriera algo.
Había olvidado ya la funesta carta, que llevaba 3 años en el cajón de abajo de la mesilla de su dormitorio. Fue al volver a su casa, tras el funeral, cuando recordó de repente aquel día y el sobre que su amiga Nuria le había confiado.
Al leer aquella escueta nota, lo entendió todo. Su tristeza, sus ausencias, su silencio, y se maldijo por no ser capaz de interpretar todo ello.
Casi siempre abrimos los ojos demasiado tarde. Tarde para ayudar, para acompañar, para consolar, para curar.

La carta facilitó la detención de él que, como suele suceder, pilló desprevenidos a quienes les conocían y habrían jurado que eran una pareja normal.




Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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